Triple condena

Sí, amigos.

Quiero compartiros mi experiencia para que en la medida de lo posible la podáis evitar.

Soy obrero de la construcción, y entre ladrillo y ladrillo observaba y admiraba a las chicas guapas que transitaban por la calle. Hace unos  meses vi a una belleza de mujer y le grité: «¡Guapa!». Sólo eso, joder, guapa. Se giró y me miró fijamente sin detener el paso, con cara de pocos amigos…, y ahí se quedó la cosa. Bueno, eso es lo que creí yo. A los dos meses me llegó una notificación de juicio rápido por un presunto delito de injurias. Me condenaron a sesenta días (sesenta, joder, sesenta) de arresto domiciliario.

Una vez pasado ese período me volví a incorporar a la obra, que aún no había finalizado, ya que era una promoción de varios chalets…, y además de soportar el cachondeo que tuvieron conmigo los compañeros la primera semana de mi vuelta, tuve que aguantar el cabreo interior por lo que yo consideraba una injusticia.

El caso es que al poco tiempo vi pasar a la misma mujer que yo llamé guapa, pero ahora me parecía un monstruo horrible, despiadado… El caso es que me salió del alma y la increpé: «¡fea!». Sólo eso, joder, fea. Sólo la llamé fea. Como la otra vez, se giró y me miró con su mirada gélida…y se marchó. A los dos meses me llegó una segunda notificación de juicio rápido por un presunto delito de odio. Esta vez me condenaron a ocho meses de tareas comunitarias, en concreto a recoger mierdas de perro. Estuve ocho meses recogiendo mierdas de perro, joder.

Así que, aunque soy de duro aprendizaje, al fin me determiné a no decirle nada a este demonio encarnado en cuerpo de mujer aunque la volviera a ver.

La obra en la que estaba ya finalizó, como es lógico, y un tiempo después ya estaba poniendo más ladrillos en otra muy alejada de aquella en la que padecí esa dos situaciones, aunque dentro la misma localidad.

El destino es un poco cabrón porque hubo una tercera vez, hubo un tercer encuentro con esta mujer. Esta vez la vi venir de frente, y se dirigió directa hacia mí, pero esta vez me dije: «Esta vez no me pillas, hijadeputa», y me escondí detrás de un compañero, y por supuesto no le dije nada: no abrí la boca, joder. Pero ella se plantó delante de mí y me dijo: «Hola, quiero hablar contigo. Estoy mal. Necesito ayuda psicológica». Yo no le dije nada. Joder, no le dije nada. Y observé con alivio que se marchaba.

A los dos meses me llegó una tercera notificación de juicio rápido con un presunto delito de omisión del deber de socorro.

Venga, hombre, no me jodas. No puede ser verdad. Fue verdad. Me han condenado a dieciocho meses y os escribo desde la cárcel de Valdemoro. Ya llevo aquí siete meses. Me ha dicho mi compañero de celda que si me declaro mujer puedo conseguir la condicional en una semana. Ya estoy rellenando los papeles.

 

 

 

 

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