Mientras a mis compañeros de clase a los 17 años se les escurrían los días coqueteando con las drogas, y se rendían obnubilados a los insondables abismos físicos y emocionales y las curvas de vértigo de nuestras compañeras…, yo ya estaba centrado entonces en la Trascendencia.
Por eso, años después y en vísperas de mi divorcio, mi mujer me regurgitó en plena crisis histérica lo siguiente:
– ¿¿Pero por qué cojones no puedes ser un tío normal al que le guste el fútbol y la cerveza?? ¿Qué coño haces todo el día encerrado redactando correos conspiranoicos para los pirados de tus amigos? ¡¡Mírame, yo no he cambiado en 20 años!!
Quise hacerme el gracioso y le dije:
– A ver, tienes más arrugas, no eres la misma…
Ella parpadeó…, alzó la mirada al techo con la boca abierta… y escudriñó su mente a ver si conseguía rescatar de sus burbujas mentales el recuerdo del momento en el que confió en que, no siéndolo yo en ese momento, acabaría siendo al final como su padre, como su hermano… y por eso me eligió a mí.
Ehhh…, bueno, a lo mejor no escudriñó nada y es que simplemente pensó ‘Me he casado con un gilipollas’. Es que tiendo a ver en cada gesto, en cada mirada, en cada detalle… una confirmación permanente de la Trascendencia de la Existencia.
Qué le vamos a hacer: cada uno viene del linaje que viene, y yo tan sólo rindo homenaje a mis ancestros siendo quien siento que debo ser, y no siendo quien otros esperan que sea para que se sientan confortados en sus decrépitos sistemas de creencias.
Voy a zambullirme otro rato en las procelosas aguas de las profecías del libro de Daniel. Resulta que Benedicto XVI era el Katejon según Galerón, por lo que ya hay vía libre para lo que ya sabéis que va a surgir…. Así que lo de mi divorcio me parece poca cosa en comparación a lo que se viene. Es que a mí especular sobre el momento en que se producirá la Abominación Desoladora me excita mucho más que a un hincha de una barra brava argentina apurar, hasta alcanzar bien la Gloria o bien el Infierno, una final que juegue Argentina en un mundial de fútbol, y que encima ésta se decida en una tanda de penaltis.
Ah, que no sabéis lo que se viene…. Eso os pasa por no buscar la Trascendencia y estar centrados en el fútbol y en la cerveza.